LAS COSAS HAY QUE VIVIRLAS

Las cosas de la vida
se tienen que vivir para
que tomen sentido y así
poder hablar de ellas y
opinar sobre ellas
y aconsejar sobre éstas.

¿Quién podría explicar
el azul del cielo
sin haberlo visto,
o describir la sensación
que causa la brisa
del mar en la cara sin haber estado
parado a la orilla de la 
playa?

Nadie en su sano juicio puede
hablar de hijos sin 
haberlos tenido, ni
hablar de infidelidad
sin haberla experimentado. Nadie
puede hablar de aritmética
si no sabe sumar.

¿Alguien  podría describir
el sabor 
del café y la sensación
que da al beberlo,  bajo el abrigo
de un cálido amanecer en un 
crudo invierno en el rincón
de una vieja casa?

Las cosas deben ser
vividas y tatuarlas 
en el ser,  de lo 
contrario son
sólo palabras.

Ningún hombre puede hablar
de honestidad si ha sido
político. Es  pedirle
al ciego de nacimiento que
describa  una bella flor
de dulce rosa.

Nadie puede hablar
de una cosecha
sin haber sembrado.



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