EL PRIVILEGIO DE MORIR EN PAZ

El privilegio de morir en paz
es de muy pocos.

Es simple, la persona sólo se santigua
antes de cerrar los ojos, piensa
en  alguna frase de Juan, o 
quizás algo bello expresado por
Mateo en el evangelio. O 
tratas de imaginar
como era verdaderamente el rostro
del señor. Y, por qué no distraer
el sueño con algo más
mundano. 

Los ojos pesan, la respiración se
vuelve lenta, desacelera como
un auto, las imágenes surgen
en la mente como si fuese una
explosión sideral. Después de ello
la puerta del inconsciente se abre
lentamente y sin rechinar, y pasamos
sin invitación a ese cuarto desconocido
,al fin y al cabo es el
mismo camino que cada día
realizamos, para por la mañana
regresar.

En ocasiones esas visitas son placenteras,
vemos imágenes bellas. En otras
ocasiones salimos corriendo 
con un grito desgarrador.

Pero, volvamos al punto de la muerte 
en paz, el sueño eterno. Entramos
a esa puerta,  y ya estando en ese lugar 
desconocido, alguien nos dice
que no hay retorno, que los ángeles
han tapiado la puerta.

Nadie sabe si uno llora, grita
o trata de salir arañando las paredes
de la habitación, pero supongamos
que simplemente decimos - 
Gracias, Señor, por la vida
que me diste.

Y así alma y espíritu se quedan
allá, no regresan al cuerpo que ya
descansa en paz. 

Eso quizás sea morir en paz.



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