EL HOMBRE DEL POZO

Un hombre fue dejado en un
pozo oscuro en calidad de 
prisionero. El hombre tenía
una extraña enfermedad incurable
para la ciencia existente en esos
días. Nadie lo alimentaba sólo
la oscuridad, la soledad y sus
pensamientos eran su alimento.

Pasó mucho tiempo y el celador
fue por primera vez a
destapar el pozo donde el
prisionero permanecía. Al verle
se dio cuenta que seguía igual
de grave. Pasaron los días, los
meses y, el celador volvió
por segunda, tercera, cuarta,
quinta y sexta vez. Pero aquel
hombre seguía con aquella enfermedad
incurable. Pero no moría a pesar
de no beber agua ni comer. El hombre
se alimentaba de  pensamiento.

Con el pasar de los años
el celador recordó que tenía
al hombre en el pozo, y decidió
y a recoger sus despojos, pues
seguramente ya había fallecido.

Al destapar el pozo por séptima
vez, una luz incandescente cegó
al celador, pero aún así 
su corazón pudo observar
detrás de la luz al hombre,
ya fuerte de espíritu y sano de toda
enfermedad.

El hombre  del pozo
salió, y sin mediar palabra caminó
a paso seguro hacia la libertad.