LO QUIERAS O NO, ÉL SE QUEDA

Cuando perdí la fe
me sentí desnudo
bajo el invierno crudo.

Con el tiempo llegó 
la primavera,  y 
descubrí que aunque,
uno pierda la fe en Dios,
él nunca se marcha de
nuestra puerta.

Dios, es como el perro
fiel, que aún sin que le 
demos agua o pan,
el permanece protegiendonos

contra cualquier ladrón.

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