LA ESTUPIDA HOJA

En el horizonte las siluetas de
las arboledas se pierden, anclan
mis pensamientos que poco a poco
se adentran en la oscura espesura.

Mi  cuerpo queda como crisálida
desecha tras el ventanal sucio.
Camino, tomo la mano de la nostalgia
y veo como las hojas lloran cristales
verdes. 

El árbol más viejo me aconseja
que el llanto no es eterno.
Anda y camina, que las hojas
queden allí en suelo que otro
vendrá y las pisara. 

La gente vive como si la vida
fuese eterna.
La hoja le apuesta a su lozanía.
La gente le apuesta a su juventud.

Ayer conocí a una pequeña hoja;
verde y lozana. Hoy la vi, presa
de la estación otoñal.

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