EL VALOR DE REGAR

Una vez tuve un pequeño árbol
que lo regaba de vez en cuando.
Y se me seco.

Una vez tuve un corazón
que lo regaba de amor muy de vez
en cuando. Y se me seco.

Luego tuve otro árbol
y lo regaba siempre a diario.
Con el tiempo se puso hermoso
y verde.

Luego tuve un corazón diferente, 
lo regaba a cada hora, con buen pensamiento, oración,
reflexión y obra. 
Con el tiempo tomó el color  purpura
brillante cual  esfera navideña.

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