LO SÉ

¿puede 
el espíritu reír cuando el  alma  
es un torrente   sin fin?.

La luna no aparece si el cielo está encapotado 
ni la  tristeza es eterna si te han abandonado.
Yo me maravillo por las cosas que hace el señor
porque, apenas caminas dos pasos
y ya te tiene un amor.

La mujer es efímera alegría.
pues la vida es más que pan
para vivir cada día.

Aclaro, contra ellas nada tengo,
sobre todo si la mantengo,
Pero  si lo que busco es  eterno
no viste falda
ni tanga.


Yo soy un hombre alegre,
no reniego ni me quejo
estoy en paz con mi padre, 
amo a mi madre, 
mis hijos son mi devoción y
a mis hermanos les dedico
de vez en cuando 
una sentida oración.

Me levanto de madrugada
buscando el favor de Dios.
Dame vida le pido,
que de lo demás me encargo yo.

El firmamento me ubica
y pone mis pies en la tierra
quizás sea menos que la hiedra
pero soy  más que  la piedra.

Con nadie me pleiteo
pues soy de corazón sencillo,
si un pobre me toca la puerta, le
niego la moneda, pero  le ofrezco 
una humilde cena.

¡Qué bonito es amar! 
En la vida es mejor  dar  que recibir. Y
Bendito aquel quien de buena fe,  
ofrece al pobre una manta, 
que el hipocrita que renegando 
le da  un casimir.

Me gusta escuchar a los viejos
aprendo de sus leyendas y, de esas
verdades a medias. 

En los ojos de mi  padre veo el cielo,
y como  por su obra aleja el infierno.
Dios reconcilia  a quien de corazón se arrepiente, 
y él siempre lo tiene presente.

Entre moscas yo he comido,
sin importar que se ofrezca;
pero me conformo que de  pan y café
la mesa nunca carezca. 
El alimento será siempre  de un rey si éste
es bendecido.

Hoy fue un día  lleno de felicidad,
pues di más de lo que recibí.
¡Mírame que ya es noche
y sigo pensando en ti!

Si tuviera una guitarra, muy gustoso cantara,
pero no tengo ese don.
Pero te ofrezco este humilde verso
que dice que  la alegría se gana
cada hora y cada mañana
entregando el corazón.

De esto doy testimonio;
vi triste a una rosa morena,
que lloraba por una  pena;
su hija la despreciaba
más le hablé cosas del cielo
y lueguito halló consuelo.

Para ser un hombre agradecido
nunca patees el pesebre, 
pues el agradecimiento
es la savia del corazón
y la razón de quien vive 
siempre alegre.

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