LA LUNA, EL HOMBRE Y LA SABIDURÍA
La sabiduría no llega con
la escuela ni tampoco la dan
las letras.
Incluso ni siquiera la palabra
sagrada.
Mucho menos los
años son garantía
de hacer al hombre sabio.
La sabiduría llega
después de la tormenta.
La sabiduría no llega
en una tarde de primavera
con llovizna fresca y tímida.
La sabiduría llega
cuando el ser sobrevive
al sufrimiento,
y la puerta velada
se abre lentamente
para dejar pasar la luz
que permite ver el
camino con más claridad
y a valorar las cosas sencillas
y complejas de la vida,
Como el verdadero
amor, como la vida misma,
y el fresco amanecer con aroma
a hiervas recién nacidas
y la blanca luna tan eterna
y llena de sabiduría,
porque la luna es
una sobreviviente de su propia
existencia, apagada y tímida
algunos días, pero intensa
y llena de vida en otros,
así como el hombre sabio
suele ser.
la escuela ni tampoco la dan
las letras.
Incluso ni siquiera la palabra
sagrada.
Mucho menos los
años son garantía
de hacer al hombre sabio.
La sabiduría llega
después de la tormenta.
La sabiduría no llega
en una tarde de primavera
con llovizna fresca y tímida.
La sabiduría llega
cuando el ser sobrevive
al sufrimiento,
y la puerta velada
se abre lentamente
para dejar pasar la luz
que permite ver el
camino con más claridad
y a valorar las cosas sencillas
y complejas de la vida,
Como el verdadero
amor, como la vida misma,
y el fresco amanecer con aroma
a hiervas recién nacidas
y la blanca luna tan eterna
y llena de sabiduría,
porque la luna es
una sobreviviente de su propia
existencia, apagada y tímida
algunos días, pero intensa
y llena de vida en otros,
así como el hombre sabio
suele ser.
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