AL OTRO LADO DE LA OSCURIDAD

Cuando se camina en medio
de la oscuridad, bajo la
intensa lluvia de soledad
y el frío granizo que
golpea tu corazón.

No hay cobijo ajeno
que te proteja de
ello, ni rama de árbol
al que puedas correr
a refugiarte.

Es larga la avenida,
semi oscura, gris,
con el asfalto cubierto
de espejos que te
permiten verte,
reflejarte, observar
como poco a poco
vas. Tus años,
tu sentido por vivir,
la oculta y tímida
felicidad.

Pero allí vas, sólo,
lejano, en medio del
caserío fantasmal,
el parque sin una sola alma,
el kiosko sin habla,
el oscuro y frondoso
árbol de la india
te mira.

Vaya que estás solo.

Es un camino,
un buen camino
hacia la reinvención,
el descubrimiento,
la fortaleza de la voz,
el carácter, el sentido
verdadero de la vida,
el desempolvamiento
del ventanal de tus ojos.
la fuerza que palpita,
que engaña, el corazón
como rubí, tesoro divino
y misterioso.
Cuantas cosas tenemos, cuantas cosas
debemos.
Pero finalmente lo que
importa es llegar al otro
lado del abandono
y encontrar luz,
radiante, intensa y blanca
cegadora, energizante, que
da vida y motivo para vivir,
luz que te hace comprender
la palabra del Padre.
Es luz que es más que la
piedra roseta, porque no
es roca inerte, sino
vida, motivo
para palpitar cada día.
Motivo para negarse a morir
en vida.

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