UN DÍA A CAMBIO DE TODA UNA VIDA
Si el anciano hablara
Quizás pediría una forma diferente
Para reencontrarse.
Si padre nos hubiera
Abandonado un sólo día cuando éramos
Niños, hubiésemos sufrido y
Si nos hubiera abandonado más de tres
Días no hubiésemos sobrevivido.
Entonces, ¿por qué está solo
Por semanas, meses y años?
Busco respuesta
En un camino bordeado de eucaliptos y una
mañana cálida que se queja del invierno.
La gente corre con una incomprensible prisa
y arranca el apacible momento
como sábana vieja.
El polvo despierta de un sueño distante.
El perro fiel me encuentra
Parece recordarme.
La voz de padre surge desde lejos
Sin que aún logre verle.
Qué alegría, nuestra alegría.
La tierra está húmeda por su despertar
Anticipado.
Una música lejana habla divinidades.
Me siento junto a él
Y escucho un consejo que atesoro.
Doy un par de pasos hacia el aposento.
Vaya soledad, ruin humor a orina.
No siento pena por él, sino
Por los vástagos que envejecemos
cegados de soberbia y, no nos vemos asimismos.
Un halo repentino de esperanza,
Me lleva al pequeño David.
Mi andar por ese edén tomado
De su mano y descifrarle
Mi prosa, y contarle cosas en
Forma de consejos.
Eco de lluvia que agrada
Asi es la voz de un viejo
En el corazón sabio de un hijo.
Padre reniega de la alabanza
Pero, no me preocupa, pues, ¿a quién ama más el señor? Sí. A ellos.
No soy juan ni pedro,
así que dejo que hable su evangelio
el de la vida el de su obra el de sus canas
el de sus recuerdos y su llanto silencioso.
En ocasiones pienso que morirá
Solo. Sin que nadie escuche su último
Estertor o que tome su aún cálida mano.
Allí en la profunda oscuridad baldía
De compañía.
Su palabra ya no hiere.
Las saetas de antaño ya descansan,
Ahora son consejos de viejo quedan
grabadas en la roca de mi ser.
Si padre dice que te extraña eso es bueno.
Eso es bueno. Es un pequeño broto como
Plantita de frijol que nace en la luz de un
Frasco al lado de la ventana.
Entonces le digo,
si me hubieses abandonado
Un día, mal la hubiese pasado.
Si me hubieses
abandonado tres días
sería un esqueleto seco.
Entonces, sonreíste.
Y hablamos de cosas de ancianos.
¿Por qué hablar de ancianos?
es que siempre los he visto
como una antesala al campo santo.
Dios da un pócima
para no pensar en la muerte y así
Vivir felices. y de vez en cuando
compadecernos por la vejez ajena.
Siempre he sentido pena por la soledad
De los muertos, y también
por la soledad de padre.
Ahora, tengo una sensación agradable antes de despedirnos. (supongo que es la humilde paga)
Tomo la moneda de veinte
centavos que nunca me diste
En la puerta de la escuela. Y
Te la devuelvo a cambio de mi
Humilde presencia.
Es agradable ser hijo de padre.
Pero es mejor ser un poco su padre.
ser útil
para alguien que no escatimó un día, ni tres
Ni toda una vida para cuidarme.
Me alejo y atravieso la vendimia desparramada
En una calle llena de miseria.
A él le gusta eso.
Quizás es el bullicio
Que evapora su soledad.
¡gracias!
Porque tú eres mi misa,
mi sermón y la lectura del evangelio.
Lo demás es mera religión.
Quizás pediría una forma diferente
Para reencontrarse.
Si padre nos hubiera
Abandonado un sólo día cuando éramos
Niños, hubiésemos sufrido y
Si nos hubiera abandonado más de tres
Días no hubiésemos sobrevivido.
Entonces, ¿por qué está solo
Por semanas, meses y años?
Busco respuesta
En un camino bordeado de eucaliptos y una
mañana cálida que se queja del invierno.
La gente corre con una incomprensible prisa
y arranca el apacible momento
como sábana vieja.
El polvo despierta de un sueño distante.
El perro fiel me encuentra
Parece recordarme.
La voz de padre surge desde lejos
Sin que aún logre verle.
Qué alegría, nuestra alegría.
La tierra está húmeda por su despertar
Anticipado.
Una música lejana habla divinidades.
Me siento junto a él
Y escucho un consejo que atesoro.
Doy un par de pasos hacia el aposento.
Vaya soledad, ruin humor a orina.
No siento pena por él, sino
Por los vástagos que envejecemos
cegados de soberbia y, no nos vemos asimismos.
Un halo repentino de esperanza,
Me lleva al pequeño David.
Mi andar por ese edén tomado
De su mano y descifrarle
Mi prosa, y contarle cosas en
Forma de consejos.
Eco de lluvia que agrada
Asi es la voz de un viejo
En el corazón sabio de un hijo.
Padre reniega de la alabanza
Pero, no me preocupa, pues, ¿a quién ama más el señor? Sí. A ellos.
No soy juan ni pedro,
así que dejo que hable su evangelio
el de la vida el de su obra el de sus canas
el de sus recuerdos y su llanto silencioso.
En ocasiones pienso que morirá
Solo. Sin que nadie escuche su último
Estertor o que tome su aún cálida mano.
Allí en la profunda oscuridad baldía
De compañía.
Su palabra ya no hiere.
Las saetas de antaño ya descansan,
Ahora son consejos de viejo quedan
grabadas en la roca de mi ser.
Si padre dice que te extraña eso es bueno.
Eso es bueno. Es un pequeño broto como
Plantita de frijol que nace en la luz de un
Frasco al lado de la ventana.
Entonces le digo,
si me hubieses abandonado
Un día, mal la hubiese pasado.
Si me hubieses
abandonado tres días
sería un esqueleto seco.
Entonces, sonreíste.
Y hablamos de cosas de ancianos.
¿Por qué hablar de ancianos?
es que siempre los he visto
como una antesala al campo santo.
Dios da un pócima
para no pensar en la muerte y así
Vivir felices. y de vez en cuando
compadecernos por la vejez ajena.
Siempre he sentido pena por la soledad
De los muertos, y también
por la soledad de padre.
Ahora, tengo una sensación agradable antes de despedirnos. (supongo que es la humilde paga)
Tomo la moneda de veinte
centavos que nunca me diste
En la puerta de la escuela. Y
Te la devuelvo a cambio de mi
Humilde presencia.
Es agradable ser hijo de padre.
Pero es mejor ser un poco su padre.
ser útil
para alguien que no escatimó un día, ni tres
Ni toda una vida para cuidarme.
Me alejo y atravieso la vendimia desparramada
En una calle llena de miseria.
A él le gusta eso.
Quizás es el bullicio
Que evapora su soledad.
¡gracias!
Porque tú eres mi misa,
mi sermón y la lectura del evangelio.
Lo demás es mera religión.
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