LA MUJER QUE LE ARRASTRA EL VESTIDO

Si así fue, deveritas,
a lo mejor no lo creen,
pero desde antes que estuviera
en la cárcel, yo me hice de 
quereres con una mujer que
le hacia a la brujería, total
que después de mucho jugar
al cuerpo y demás, pues nació
un chamaco, y a los meses
otra vez estaba panzona. Y entonces
para suerte mía que me meten a la
cárcel, que dizque porque le
robe cosas a un pastor cristiano.
Luego supe que el bebé no se le
logró, se le murió en la panza.

Pues ya estando en la cárcel, 
la mujer preñada, me mando
pedir en la carta, que le
enviará bellos púbicos. Entonces
a mi me pareció de mal gusto,
y más porque aunque yo no tenga
mucha educación pues
uno tiene su pudor.

entonces que no le mando nada,
porque un compañero de celda
me advirtió que lo quería la
mujer para hacerme brujería.

Entonces lo que les voy
a contar me paso cuando
fui a visitar a mi hermano
allá arriba de la sierra,
en un lugar que le llaman el
hongo, o algo así.


Entonces caminé 
en medio de un campo
rodeado de verdes encinos
de un oscuro profundo, tanto
que era imposible poder
ver más allá de un metro.

Entré por la puerta franqueaba
el rancho. Presentí algo, como
si alguien me vigilara, y un
frío muy fuerte me hizo que
me abrazara yo mismo y me
encorvara. Y entonces escuché
voces que provenían del lado 
izquierdo, no me atrevía a
voltear, eran murmuraciones
ininteligibles. Entonces miré
al cielo y éste estaba completamente
negro y cubierto de estrellas.

Luego viré mi cabeza hacia donde 
provenían las voces, 
y miré a tres mujeres con vestidos
viejos y largos, 
a una de ellas le llegaba abajo de la
rodilla, a la otra a los tobillos y 
a la más siniestra  le arrastraba
en la tierra.  Un niño sentado sobre una
roca gris solamente me miraba
fijamente sin decir nada. 

Ay! que me agarra una temblorina
en las piernas, y yo que nunca rezo
solo dije - padre nuestro que estas
en el cielo, ave purisima, y la chingada..
ya no supe más... porque no sé 
si sepan que en la parte de la nuca
todos tenemos como un espejo,
y pude ver cuando una de las mujeres
la que le arrastraba el vestido
se elevo del suelo, y fue allí
que me tembló todo el esqueleto
y la quijada me hacia para todos lados
hasta que casi se me quebraron los dientes
de tanto castañetear. ay! nanita..
sólo sé que perdí la cordura.. justo
cuando sentí en mi espalda una corriente
helada, fría como escarcha sobre
mi piel desnuda, y a la vez un grito
grotesco como de animal, y sólo
pude verle la cara antes desmayarme.
era ella, la mujer preñada que abandoné
antes de caer en la carcel.

Mi mamá que ya es muy viejita, tiene
ochenta y nueve, que por cierto, ese día
mi cabello de ser negro azabache, cuando
desperté ya era blanco. Pero como
les decía, mi mamá, un día me dijo
mijito, tomate esta pastilla, pero solo
la mitad porque es la que toma la
la vecina Eustolia, la loca. Y así le
hice caso, dizque para espantar
las pesadillas que cada noche tengo
de la mujer del vestido que arrastra.

Pero ese día que tome la pastilla salió
peor porque no podía moverme al amanecer,
las piernas las tenía paralizadas, y el pecho
como que se me pego al catre, y así,
después de mucho luchar, primero sacudí
una pierna y luego la otra, así como
lo hacen las garzas. Entonces
ya no quise volver a tomar las pastillas
de la vieja loca.

El otro día, mi hermano el que vive
en el encinal, allí donde se aparecen
las mujeres y el niño, me volvió
a invitar a su rancho, pero entonces
que le digo que no gracias.





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