CON M

Ata las manos para que
no puedas luchar. Silencia
los labios y todo argumento
que de ellos pudiese surgir.
Hace que renuncies al mañana.
Cesa todo pecado que del corazón
pudiera emerger. Hiela el
sexo como montículo nevado.
Niega la primavera al
Enamoradizo vientre.
Vuelve de humo blanco
los sueños inconclusos.
No le interesa ya el
último gesto, ni el
que dirán. Pone
grilletes en ambos pies
como negro esclavo, no
vaya a ser que quiera
escapar en medio
del silencio y la
profunda oscuridad.
Desaparece la
luz del sol de los
convexos de la verdad.
Obliga al perdón, al olvido.
Cesa todo sonido, incluso
el susurro del viento,
o la última palabra al
oído.
Es principio del
hombre de fe.
Y el fin absoluto
del ateo.

Si. Así es ella,

eso hace la muerte.

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