LÍA

Cuando se ve a un hijo salir de la oscuridad hacia la luz,  del silencio al dulce bullicio, de la mirada perdida a la alegría y del incierto futuro a un esperanzador porvenir. 

Cuando se ve eso, es como haber visto renacer el milagro de Dios que quita y da como prueba de fe.

Nunca recé durante el trance, pero ayer, muchas lunas después mis labios se abrieron en forma involuntaria musitando un rezo de agradecimiento al señor.

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